28 octubre 2007

Las Frases del Reloj

En un mismo viernes, 26 de octubre, si mal no recuerdo, vi talladas en un reloj 3 frases de aquellas que marca el segundero. El segundero, en oposicion al minutero y al ¿horero? cuenta con la caracteristica de marcar la fugacidad momentanea de un instante de diez decimas o es capaz, por el contrario, de perpetuar durante los años de vida de una pila, el incansable motor que remacha minuto a minuto los 60 escaques isosceles del analogico reloj de pared.
Dos de las frases fueron mediatizadas por sollozos de transeúntes en la ciudad primero y en el barrio luego. La restante, fue directa, entre declamaciones de una brisa primaveral y muecas de mozos ofuscados.
Eran las 10.30 am cuando escuché, casi en la esquina de Cordoba y Pasteur: "Cuando cumpla los 21, en el verano despues de la facu, voy a hacer un viaje a Europa". Nunca mas claro el futuro inmediato, plegado en una frase fugaz y de cumplirse, con proyeccion de tatuaje.
Se asomaban las 5 cuando del caminar de una señora bien mayor, en el Uruguay al 3200 de mi barrio, se dejo oir: "Lo conoci en el año '36, en un baile, el trabajaba en una cooperativa grafica". Siempre el pasado se afirma en un peldaño y el fugaz instante queda tatuado y es inolvidable. Se expande en los 5 minutos de un tango milonguero en plena decada infame. El vestido de fiesta de la memoria es el momento fotografiado, intraducible en una fugaz pero transcendente frase.
Ya somnioliento, apenas pasadas las 2, con sendos Mojitos en la mano de un Palermo de Luna Llena, directamente del sentimiento de una amiga, salio: "Desde que consegui los cuchillos, te juro, me cambio la vida". Nunca tan cuestionable ese movimiento del segundero, en frases que detienen los segundos y los dibujan, de acuerdo a un contexto que podria oirse como escalofriante.
Las frases marcan el reloj, se encargan de retrodecer su segundero, de adelantarlo, de detenerlo. Forman parte de esa melancolia del pasado, esos proyectos del futuro y esas felices (o no) decisiones del presente. Es una suerte que, si bien el comentario haya sido directo y hacia mis ojos, los cuchillos fueran de cocina, y los partenaires fueran aros de cebolla y no yo.

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