21 febrero 2007

De colectivos y conductoras miserables: Viajando en Vancouver

Si prendés la tele y no sólo en CBC o CTV (television canadiense pública o privada respectivamente) sino en la mayoría de los canales, las publicidades donde una protagonista femenina lleva la delantera, tiñen el color de su pelo y la hacen exquisitamente morocha. Canadá es un país dónde las rubias se multiplican arriba, abajo, al centro y adentro, respecto a lo que ocurre en nuestra Latinoamérica (sigo el nuestro de acuerdo a lo que una vez me dijo Tatán de Sony, 'Max vos no sos argentino, sos latinoamericano'). Será por eso tal vez, por lo diferente, por lo llamativo, que en las publicidades, la mujer con quien todos quisieran flirtear es morocha (como dato interesante la población pelirroja en este país es importante). Más alla de este prólogo impreciso, hoy no quiero hablar de una morocha sino de una rubia, y no quiero hablar de mujeres sino de colectivos.
Los colectivos de cada ciudad tienen sus particularidades. Me acuerdo que, por ejemplo, en Lima eran combis, que podías pagar media china (50 céntimos de sol) por un viaje más pequeño y que, como en La Paz, junto al conductor, iba un co-conductor ofreciendo la ruta a seguir a cada transeúnte por la Arequipa, Tacna, Wilson. En Cochabamba me ha tocado, alguna vez, bajar la cabeza para que toda mi anatomía pudiese entrar entera. En Guadalajara o Hermosillo, sin embargo, lo particular de este medio de transporte radica en las 'carreritas' que corren unos frente a otros (a veces me pregunto si es entre conductores o como en la pelicula 'Cars' es entre los mismos carros que cobran vida), y sobre las lomas de burro... bueno, olviden que sean para detenerse, son vías de acceso a un salto que comienza en el lugar donde estás parado o sentado y puede terminar en cualquier parte, uno va surfeando en el 'camión'. En Quito, como en Buenos Aires, aparecen las máquinas tragamonedas que, como en los casinos, te quitan más dinero del que te dan. En mi ciudad, conseguir monedas es un desafío sobrehumano. El kioskero amigo para esos casos no existe, Metrovías nos informa sobre su falta de monedas y nos pide colaboración. Las monedas son una especie en vías de extinción. Y lo peor de todo es que realmente las necesitamos para viajar:
-"Sólo tengo cambio si comprás algo"
-"Bueno, dame un turrón por favor"
-"30 centavos"
-"30 centavos, mald..., acá tenés"
-"1,70 tu vuelto..., Gracias, vuelva pronto"
En Vancouver los colectivos directamente no devuelven monedas, entonces tenes que colocar el cambio justo, o sino, ponés de más y Translink se queda con tu vuelto. He perdido algún que otro dólar por mi temprana ignorancia. Hay otros métodos que son los pases y las tarjetas, de las cuales ya he hablado y seguiré haciéndolo en otro post. Algo que hay que destacar es que todos los buses poseen calefacción, bienvenidos con los brazos más que abiertos durante este invierno: viajar calentito no es un sueño irrealizable. Para descender, hay que pull una especie de soga que esta sobre los asientos y que automáticamente colorea de rojo el cartelito de 'Next stop' or 'Stop requested'. Y lo más interesante de todo: en algunas líneas, en la parte delantera del autobus, hay un aditamento específico que permite colocar hasta dos bicicletas. Entonces, vos tranquilamente, podés llevar tu bici, y después de viajar en bus, seguir tu viaje en dos ruedas como si nada.
Bueno, ahora la rubia. Apuntemos: la miserable conductora rubia del colectivo.
Tres veces me ha sucedido en esta experiencia northvancouverense, que este abominable personaje haya pasado por mis narices sin dignarse a parar su autobús en la parada correspondiente. Tiene más de 35, anteojos que cubren un rubio oscuro con colita, dientes medio maltrechos escondidos bajo la falta de sonrisas y mirada de compromiso. Junto con su uniforme siempre en tonos azules, celestes más, celestes menos y sus ganas de hacerse la boluda a toda hora, cada vez que viene el colectivo, deseo que no sea ella quien lo conduzca y sí lo es, comienzo a mostrarle de todas formas que quiero subir, que sino llego tarde.
Los machistas de primera hora podrían apuntar a las cualidades de su Schumacheridad, asunto sobre el que no versaré por falta de conocimiento en la materia y porque no soy de los que piensan que las mujeres conducen peor que los hombres. Yo, por lo pronto, apelaré a su miserabilidad. ¿Que gana o que pierde esta mujer con parar y dejar que te subas? ¿Qué esconde bajo sus garras al volante? ¿Que hay detrás de su apariencia Grinchesca? ¿Le dará regalitos de Navidad a sus niños? ¿Tendrá una vida sexual insatisfecha? ¿Será que odiará los frenos con toda su alma? ¿O su pasión será acelerar? Cuando se digna a abrirme la puerta, ya ni la saludo. Acaso, seguro no le importa, y sigue con su mirada de siempre, de compromiso. Ella es la única que hace eso, y si perdiste el colectivo por dos segundos, soñá con que te abra la puerta.
Como las monedas en Argentina, por suerte, la rubia miserable es una especie en extinción. El resto de los conductores brotan amabilidad, y te dan charla por varios minutos. Lo único que le pido es que no me sea indiferente, no porque me importe, sino porque llego tarde a trabajar, y no porque sea trabajar, sino porque un bus, un subte, un tren, puede hacer la diferencia no solo en un día, sino en tu vida.

16 febrero 2007


Cuando el 'excuse me' deja paso al 'con permiso' o Quiero vale 4, Quiero: Sho, argentino...

Se sientan las parejas, un truco clásico, a 15 malas y 15 buenas
Truco en un platito con manchas de café:

(A) 5 de copas: Entre tanto inglés, el idioma materno se extraña. Es sentir que te quitan algo de lo cotidiano, aunque siga estando con vos. Y lo vivís como el andar en bici. Vos lo sabés, aunque estés mucho tiempo sin hacerlo, cuando el momento se haga presente el pedaleo y el manubrio van a estar de tu lado.
(B) 6 de bastos: A veces (las menos, por suerte) me encuentro que durante un día entero la única persona con la que hablo en español es conmigo mismo. No sé si converso con mi Jekyll o me escondo tras la capa de Hyde, pero lo hago. Si no es así me encargo de lanzar un insulto al aire a quien se lo merezca. Total, nadie me entiende...

(A) Truco, (B) Quiero
(A) 2 de oros: Sin embargo, si bien no siempre pasa, cuando ocurre paro la oreja. Entre tantas mesas de las cuales me toca recoger los platos, tal vez un día a la semana, Cervantes me hace un guiño cómplice de compañía. Nunca con un vos o un querés, tenés o jugás (mis 3 verbos preferidos que prefiero utilizar al señalar ese hablar rioplatense que nos hace tan característicos), pero Dulcinea relincha con voz latinoamericana.
(B) -Sabiéndome en buena posición, juego calladito- Rey de espadas: No sin intentar la parabólica humana, gran invento publicitario del año 2005, intento redescubrir el acento, ¿de dónde será?. Es que los acentos (y hablaremos de ello en otro post) poseen algo particular que los hace únicos, especiales, que recaen en esa peculiaridad extra-ordinaria. Por lo tanto, me aseguro de merodear un par de veces la zona en particular para intentar hacer un comentario acertado.

(A) 3 de oros: Como quién está en su mundo, sosteniendo una charla de muchos pocos y algunas nadas, sin que siquiera lo registren, el cliente hispanoparlante continúa hablando de Juan y de María, de la noche y del día. Deseoso de tener su mesa libre, se apresta al momento en el cual podrá, finalmente, apoyar los codos para entrecruzar los dedos y remarcar aquello que estaba por expresar.
(B) Quiero Retruco: Es entonces, cuando, haciéndome el boludo, dejo que el 'Excuse me' se haga a un lado y duerma la siesta por un rato para lanzar un destellante 'Con permiso'. Ese segundo y medio que dura la frase, puedo asegurarles, descoloca, en un principio, al interlocutor. Es como perder las señas del rival en esos interesantes partidos de 4, y maravillosos encuentros de 6 cuando el pica-pica se ausenta every two manos. Es como volver a ver la bici regalo de Reyes Magos, -camellos que toman su pote de agua y su pasto cortado, que lindo es el aroma a pasto mojado-, bici que teníamos de pequeños y así querer subirnos de nuevo por primera vez.
(A) Quiero Vale 4: 'Hablas español?' Y probablemente una sonrisa, es el modo en el cual se inicia la conversación. Recuerden que en ese 'hablas', como señalaba más arriba, no hay tilde. '¿De dónde eres?'
(B) Quiero (Claro que quiero, como no voy a querer): En el momento de gloria, recibo la pelota de Héctor 'El Negro' Enrique 10 metros antes de la línea de mitad de campo y le doy para adelante. Apenas dejo ver mi blanquiceleste, teñida solo por hoy de azul, con el 10 en la espalda. Y así, sencishito y carismático, empiezo a eludir pantalones blancos que hablan inglés. Miro de reojo a mis costados, Valdano viene por el costado izquierdo. Entrando al área saco el desparpajo y esas ganas de hablar que siempre llevo dentro. Miro, amagando, y defino:
(B) Ancho de espadas: Sho, argentino...

Una mano perdida en el anochecer de una parada de bus o como Shakira se desenamoró de Antonito 'dicen-que-soy-aburrido' De la Rúa:

Marine Dv. y Hamilton, North Vancouver, martes, viene el bus de las 6.11:

(A) Envido: Dos muchachas colombianas llegan sonriendo a la parada. Intentan colocar una bolsa dentro de una cartera pero no logran un resultado positivo. La cartera es sencilla y pequeña, blanca, sin muchos compartimentos. La bolsa es color ocre, el doble de tamaño, su contenido: un misterio. Esperan un bus que las lleve quién sabe a que parte. Desée decirles algo al respecto pero mis dientes mordieron mis labios y tuve que callar mi boca. Se comunican animadamente, rulos y pelo lacio al viento, tenedora de bolsa y poseedora de cartera, respectivamente. Viene mi colectivo.
(B) Quiero: Sabiendo que estaban en mi paso, y no lo iban a tomar, me adelanto. Se corren y alcanzan a pronunciar 'oops, sorry'.
(B) Cantá, ¿cuánto tenés?: Me sale de adentro, claro, 'Perdonen chicas, gracias' y me coloco en la fila. 'Me parece que la bolsa no va a entrar en la cartera'. (Jekyll: Decí algo que no sepan, boludo! Hyde: ¡¿No te das cuenta que quería hablar en español?!)
(A) 28: Sonríen y se hablan entre ellas. Ahora con cara de sorpresa, se ríen por unos segundos más. Una lástima que no hubo respuesta.
(B) -Decí que podría haber cantado falta envido-: Nuestro idioma es hermoso. Es romántico, es casual, es desparpajo, hasta sensual. Es ingenuo, caluroso, es un abrazo de esos que se sienten, es un hola, como estás? Y si bien otros me atraen, y para que mentirles, desearía ser algún día un Víctor Hugo (no Morales, uruguasho que pertenece a la mano anterior) o leer en francés a Baudelaire, cierro el momento queriendo:
(B) 33 son mejores: "Claro, es que, para que decir sorry, si perdón es más lindo, no?"

Termina la mano y regreso a la realidad: Me subo cabizbajo para decir 'Hello, 1 zone, please'. Ojalá que un día nos llevásemos todos los porotos y todo el mundo hablara en español... mientras converso conmigo mismo, insulto en secreto y saco mi sho, mi sos, mi vos.

15 febrero 2007

Acentos I: De bebés, cigueñas y Marsellesas: Como suena mi inglés

Allons enfants de la patrie, la jour de gloire est arrivée... París es una ciudad donde las personas tienen que enamorarse. ¿Por qué tienen? Es que parece inevitable. Alguien imagina caminar por sus calles que nunca ha recorrido y más alla de un aroma a queso particular (no volveré por ahora sobre las historias del restaurant), tal centro urbano, central en la historia occidental durante el siglo XVIII, con sus quartiers y su río Sena, con los Jardines de Luxemburgo y la Torre Eiffel, no es más que un hermoso set de Hollywood dispuesto a ser filmado para una historia de amor. Volveremos sobre cada ciudad en particular y su topografía estereotipada en algún otro momento, lo que me interesa tratar hoy pasa por otro menester pero c0ntiene presencia francesa.
Escuche alguna vez que los bebés no salen de repollos galácticos que se cruzan por el aire sino que los trae la cigüeña. Si bien nunca ha sido tomado con seriedad y profundamente, registros encontrados sobre los viajes señalan la presencia de sémaforos aéreos cancinos, algún que otro cambio de neumático o recambio de aire, checkeo del nudo de la bolsa, revisión de pico y, si se puede, mientras el bebé en cuestion duerme placenteramente, un interesante encuentro furtivo con un cigueño. Y, claro está, las cigüeñas vienen de París (hay una colonia importante de estos animales tras la iglesia de Notre Dame). Aquellos más impresionables argumentan que, en realidad, son empleados de DHL, FedEx o UPS disfrazados de animales courier (saben que se me ocurrió vestirme de pollo de Church Chicken y subirme al colectivo?) y que cuentan con capacidades sobrenaturales que le permiten volar. Los más escépticos especulan que Papá Noel no existe y los Reyes Magos son nada más que tres gatos locos robinhoodeanos que devuelven los potecitos de agua a las Cataratas del Iguazú y utilizan el pasto para rellenar los embarrados campos de fútbol de césped natural de nuestra ciudad-como está el estado del campo de juego: en excelentes condiciones, responde Tití Fernandez.
Ahora, la pregunta es ¿Por qué estamos llenando estos espacios pensando en el país de los dueños de Telecom? En México, una tía de Faby de esas buena onda me piropeó 'se parece a un galán francés o español' (yo galán?!). Era un aviso de lo que venía. Si hoy día haría una encuesta, 7 de cada 10 personas que me escucha hablar en inglés, cree que soy francés. 'Are you french?' es una pregunta que escuche en más de una veintena de oportunidades. Esperen, esperen, yo cualquier cosa, pero ¿acento francés? Todo bárbaro deux café au lait, Chateau nasal, nasal con tu naricita (mozo contorsionando su nariz) y Richelieu, ieu con la boquita así, pero mi pasaporte dice "Mercosur" y yo traje conmigo la celeste y blanca y no tiene ningún logo de gallito coquericó.
En un principio me desconcertaba, e insistía en mi hispanoparlantidad, aclarando que podía hablar francés para zafarla bien pero no era mi idioma. Viendo la persistencia, lo pensé mejor y por el momento, disfruto saliendo con un ça va bien, y aprovecho para darle a la parole (diría Tessa, una de las servers del restaurant, 'you didn't come last thursday so I couldn't practise french), awkward, huh?
Para completar la estadística, de las tres personas restantes, dos me señalan como italiano (bueno, estamos mucho más cerca) y la restante empieza a pilotearla entre diferentes países (el día que me dijeron 'are you argentinian?' quedé boquiabierto con mi 'how do you know!', a lo Jim Carrey en The Mask).
Por ahora, intento escucharme más (me reconozco insoportable), y sigo preguntándome, ¿que tiene mi acento? Aún recuerdo firmemente aquella tarde de miércoles cuando con Olga, mi profesora de francés, estuvimos escuchando una entrevista con una psicóloga y oyentes de Radio Canada (pronunciación: R(afrancesada)adió Canadá (la primera a es cortita). Hoy día, me sigue asustando pero me provoca muchas ganas de probar el hecho de escuchar a un quebecois procrear su patois (idioma no estándar, palabra de origen francés que señala la vernacularidad de las lenguas no-parisinas, usada a menudo en forma despectiva). Es la razón principal por la cual tengo a Montréal entre ceja y ceja. Pero de ahí a tener acento francés hay un abismo de varias escaleras mécanicas de distancia que no se como mi cantadito lo completa. Tal vez, por mis dos meses restantes en esta Columbia Británica, pueda divertirme siendo un otro por un rato. Me hago el europeo, si, soy de Francia... nací en Montpellier y estudio en Toulouse hace mucho tiempo, juego al rugby y me encanta el ciclismo, adoro la buena comida y el bon vin rouge. Extraño las croissants, las baguettes y el fromage roquefort (¿se dirá asi?). Y desearía en esta ciudad cafetera, que más locales tuvieran patio (que sepan abrir la puerta para salir a tomar). De todos modos, voy a seguir siendo yo. Más allá de mi nacionalidad, los estereotipos no deben recaer en toda la completitud del imaginario social. Las cigüeñas, aunque a veces traigan más de la cuenta y en ocasiones se hagan las boludas, seguirán volando y entregando bebés puerta a puerta. Seguirán con sus reuniones de consorcio en Notre Dame los domingos en la tarde. Los Reyes Magos serán reemplazados por los camellos magos, que sacan conejos de la galera y andan por el desierto subidos a Melchor, Gaspar y Baltazar. Responderé oui, ça va a cada interrogación y pensativo, continuaré 'en serio mi acento le suena francés?'. París seguirá tan linda como siempre y querré algun día caminar románticamente en la noche del Sena (tautológica adjetivación). Pero al final seguiré cantando: Ooooh juremos con gloria morir, ooooh juremos con gloria morir, ooooh juremos con gloria morir... uy, se me pone la piel de gallina (gallito coquericó y pollo de Church Chicken, no, otra vez no! Maldito brainstorming).
Haciendo la diferencia: Español juego con vos

Hay palabras del idioma español, o yo diría castellano, que de acuerdo al lugar dónde estemos tienen un nombre particular. En ocasiones nos hacen reír mucho, en otras no le encontramos sentido. Son varias, y de diversos universos simbólicos. Debemos tener un cuidado enorme cuando, al pronunciar alguna que otra, la persona con la que estemos hablando no se nos paralice y se nos quede mirando extrañamente o con algún dejo de enojo o 'pequeño grosero'. Hoy voy a comenzar a nombrarlas. A decir verdad, el diccionario quedará incompleto y espero hacerlo más abundante a medida que surjan nuevos localismos.
Empecemos con el pop corn :)

Argentina: Pochoclo; Bolivia: Pipocas; México: Palomitas de maíz; Ecuador: Canguil; Colombia: Crispeta; Perú: Canchita; Uruguay: Pororó; Venezuela: Cotufa

De acuerdo a Wikipedia, la lista seguiría así:
Cuba: Rositas; Paraguay: Pororó; Dominicana: Cocaleca.

Sigamos con las t-shirts:

Argentina: Remera; Bolivia: ; México: Playera; Ecuador: Camiseta; Perú: Polo; Venezuela: Franela; Chile: Polera

Hay otras que a los argentinos nos hacen estremecer como concha (un pan redondo en México) o cachucha (una gorrita estilo béisbol en el pais azteca), cajeta (dulce de leche en las mismas tierras).
Ayer aprendí que en Colombia a las bombachas les dicen cucos. ¡¿No será que viene el cuco?!
Como dato referencial encontré este interesante site: www.jergasdehablahispana.org

Vale la pena conocer un poco más de ciertos vocablos de Latinoamérica!
¿Y los anillos dónde están?: La convivencia previa y el casamiento en México: breves consideraciones en una mirada a vuelo de satélite con 1 minipixel de resolución

Quien propone que los seres humanos somos todos iguales miente. Libertad, igualdad y fraternidad. Hay tres grandes mentiras en esas 4 palabras. Sin entrar en discusiones filosóficas que argumentan fuerte y convincentemente como los dos primeros conceptos se oponen entre sí, basta señalar que al interior de las culturas (en minúscula y plural), entendidas en este caso, como 'modos de hacer con', la libertad y la igualdad son conceptos que cuentan con mayor o menor grado de aceptación.
Según me cuentan los pajarones grandes (porque no me lo contó un pajarito), en la Argentina, en la época de mi abuela, incluso de mi mamá, bodas de oro, bodas de plata atrás, estaba muy mal visto que una pareja conviviera antes de casarse. Razones aparte de aquel momento, pendientes de averiguarse y según estudios de Maxística Consultora (sin conexiones con Kramérica, compañía de años en el campo de los autoemprendimientos), hoy día el 90% de los argentinos promedio entre 18 y 27, no concibe casarse con su pareja sin antes haber convivido con ella por un espacio no menor a 6 meses. Es que uno puede llevarse de mil maravillas-vamos a tomar un helado-salimos al boliche-comemos y al cine-conocé a mis papas, mis primos, mi perro y mi plantita-nos vamos de vacaciones juntos, pero sí todo apunta al "Sí, quiero", la convivencia previa, no necesariamente extensa, es certera, considero, para generarte una plena seguridad. No sólo el amor y la conexión, fundamentales en cualquier relación de este tipo, debería existir, sino esa tranquilidad y entendimiento en el día a día: 'mira que me baño a la mañana y odio la luz prendida, soy un poco desordenado, me gusta comer en la cama, estoy nervioso con este partido, porfa no toques el control remoto!'.
Antes de empezar el desarrollo y tomando en cuenta dónde temporalmente estoy viviendo, marco un paralelismo ejemplificador. A los 18 años, el adolescente canadiense busca desesperadamente irse a vivir sólo (tienen la ventaja de poder trabajar legalmente desde los 16). Es probable que si no lo hace, los padres le cobren una renta mensual. En México, si una mujer se va a vivir sola antes de casarse, con la familia en la misma ciudad, puede ser muy mal considerada, y no es sólo hasta tal momento iglesístico (en un país donde el catolicismo llega al 92%) que ella debería partir de casa.
Cuando de anillos se tratan me he encontrado con dos extremos de la lista. Solamente por comentarlo, aquí en Canadá, si bien no es de extenso uso, algunas parejas se regalan anillos de pre-compromiso. ¿Como es esto? Josh y Allison están enamorados (o se dicen 'I love you' sin saber si es un te quiero, te adoro o te amo, -volveré sobre esta interesante discusión otro día-), y entonces, como se sienten más que novios pero no están seguros de casarse se regalan tales anillos, gemelos por fuera, pero de significado 'slightly' (con mi voz lentamente irónica) different por dentro. Al enterarme de tal particular unión yo los llame 'anillos de commit y el ment se fue a la guerra y nunca más volvió' (si conocen de su uso en otros lugares, avisen!). Ahora, claro, y nunca más volvio, porque, que pasa si entonces mañana viene Allison y le dice a Josh 'I don't love you anymore'? (y seguimos sin saber si era querer, adorar o amar). (perdón, meloncólicamente, recién tipée I don't 'live' you anymore, vividor! ;). Se termina todo ahí. Y el anillo, bueno, lo vendemos o lo tiramos a las profundidades del Fraser. Chicos, tengan cuidado y no prometan si no van a cumplir (cuidate, querete, ojito, ojete).
El extremo opuesto es en el rómantico y querendón (y machista) México. Yo no se que pasa en México. Cuando de relaciones hablamos, y quizás excluiría el sur del Distrito Federal y algún que otro reducto perdido, el 90% de los mexicanos promedio entre 18 y 27 no concibe la convivencia pre-casamiento (y quien sí, que grite Viva México Cabrones). Yo no tengo problemas con Luis Miguel, Thalía ni Paulina Rubio, pero pensé que Madonna y su Material Girl, los peinados estrafalarios y los '80, estaban guardados en cintas de videoclips de MTV Clásico. El casamiento allí es una institución con todas las letras y el hecho de la convivencia previa semejaría bastardearlo, parecería ser una mala palabra. Varios puntos divaguísticos a señalar: Discutiendo (o intercambiando opiniones, como me gusta nombrar tales momentos) con una tía de Faby primero y en una cena con cinco mexicanas en Canadá donde River cayó por goleada, con un contundente 5 a 1 y un primer gol desde el vestuario, de esos que se hacen de memoria: 'es que ustedes, los hombres, son todos iguales', la oposición a la convivencia estaría basada en la comodidad de la situación que vivirían los hombres al no tener la necesidad de firmar papeles, sabiendo todo fácil, 'total así todo está bien'. Incluso ellas sostienen, que por lo general las parejas que conviven primero, tienen una mayor tendencia al divorcio. No sé, con todo el respeto del mundo, esa postura aún me parece que, sin ser raquítica, necesita nutrirse para ganar peso.
¿Es que para ser sinceros, que tiene de malo poder vivir antes de casarse y probar que todo vaya bien? ¿Es el miedo de un posterior no? ¿Es el que dirán? Quiero creer que los amigos, las familias, el jefe, y la vecina del 7mo A en Monterrey, por más chusmas y metiches que sean mirando por la cerradura, no deberían velar por la ropa interior que se está lavando con suavizante de abrachosos adentro del departamento.
Otra situación (x 3) que demuestra tales pensamientos la viví en diferentes ciudades, y mi cara de fuga (no confundir con pollitos en fuga, uh, me hubiese servido para otro post) lo decía todo: 24 años, estado civil: casado. (El orden cronológico no ha sido respetado).
Situación 1: viernes a la tarde, Guanajuato, Guanajuato. Subiendo a una combi de excursión. 'Disculpen (no hubo un chicos), pero como no llegamos a sentarlos juntos porque no hay asientos pares, como parejita los vamos a tener que divorciar'. CHAN.
Situación 2: sabado a la tardecita, Hermosillo, Sonora. Farmacia Benavidez, sacando la foto de la ISIC. La chica que atiende le pregunta a Faby: 'De donde lo sacaste?', 'de un tacho de basura', responde ocurrente. 'Es tu esposo?' CHAN, CHAN, CHAN. LLUVIA DE CHANES.
Situación 3: lunes de navidad al mediodía, Morelia, Morelia. Edificio de la Casa de Gobierno, explicación de murales que incluian versar sobre el tema de las dotes y el casamiento en el siglo XIX en la región. 'Chicos (esta vez me sentí joven), están casados?' 'No....' 'Pero se van a casar?' CHAN, CHAN, CHAN, CHAN, CHAN. TSUNAMI DE CHANES.
Estado civil: casado. Disculpame, casado? (las cejas y los ojos sufren una separacion tres-segundiana como nunca antes). Que parte no entendiste? 24 años, o sea.... no! Y yo que pensé que cada vez que me afeitaba, tenía cara de nene. Hay lecturas consecuentes con tales situaciones que me llevan a lo siguiente: a) ya no soy un nene, b) tengo edad para casarme, c) esto es algo que pense que nunca ocurriría. Peor aún fue cuando escuché: -'¿Que intenciones tienes con mi hija?' -'Del lugar donde yo vengo, cultural y actualmente hablando, esa es una pregunta inaceptada' -'Pero estás en México' -'Sí, pero blablablablabla (evadiendo la situación)'. Al fin de cuentas todos sabemos que con Aimar, Messi y Riquelme en la cancha, ganamos en el suplementario.
Y es que de todo ello, deriva otra cuestion: Es que hay algo raro en todo esto. ¿Será que en la vida uno tiene que decidirse y amoldarse de prisa a todo lo que viene? ¿Será que a los 18 años uno ya tiene que saber lo que quiere ser? (porque ser y no hacer, el hacer puede convertir en ser, etc) ¿No puede uno cambiar de decisión, de carrera, de objetivos, darse la oportunidad de seguir pensándo la vida un poquito más?' Y yo que pensaba que tenía cara de nene... 24 años.
Por último y no lo quiero olvidar, como una nota al pie, en nuestra visita a Bahía de Kino, pueblo costero, donde brilla el Mar de Cortés y a medio camino del horizonte, asoma una isla cuyo nombre desconozco pero bauticé 'Isla Tortuga', esperando el bus de regreso a casa, apareció un niño de unos 12, 13 años, que, como nosotros, pateaba inviernos de frío trasatardeceres. Faby comenzó a hablar con él en slang mexicano de juventud costera, en el cual, reconozco, me perdí. Venía de pintar galletitas de chocolate con su noviecita. Completaba el viaje (aunque le quedaba uno más) de uno de sus días de visita: lunes, miércoles, viernes y sábado o sino martes, jueves, sábado y domingo, si mal no recuerdo. ¿Y si se me ocurre ir a regalarte una paleta (chupetín) el jueves me la aguanto? ¿Y si quiero darte un beso el martes que hago? No sé si es una costumbre extendida o ha quedado en el olvido, pero me sentí un poco triste por el chamaco, que sólo la podía ver esas porciones de horas. Y el si tenía cara de nene... y yo la tenía cómo el.
El departamento de Lost&Founds

"Se solicitan a la brevedad datos sobre el paradero de un pase de autobús que extravié a los 5 días del pasado mes de enero. Mide 7 cm de alto por 8 de ancho y prácticamente no tiene espesor. De contextura rugosa, con predominancia del color gris y triángulos amarillos en los costados, posee la zona número 2 al descubierto. Si da con su paradero (aunque posea cero de humanidad) agradecería se contactase con mi persona. Desde ya, muchas gracias".
Durante nuestra existencia, el buscar, encontrar y perder, son palabras que, generalmente, derivan en una acción. Sin embargo, incluso perteneciendo a un mismo universo simbólico, las tres palabras/acciones nunca van a querer ir a cenar juntas. Se divorciaron antes de dar el sí en la iglesia, y existen para imposibilitarnos la tranquilidad o más bien, para asegurarnos un trabajo extra.
En una de las habitaciones de la vida, encontramos el departamento de Lost&Founds. Entrar allí es abrir las puertas de un tesoro de nuestra imaginación. Es encontrar aquél papel perdido en las tinieblas de abajo de la cama, aquellas llaves que dejamos olvidadas en la mesa de un bar, aquella foto que buscamos tanto tiempo en un parque del tiempo pasado bajo un frondoso arbol estival.
Cuantas veces nos preguntamos donde estarán ciertos objetos. Incluso, mejor aún, ¿Tendrán vida propia?. Hacia donde habrán viajado, que secretos habrán revelado, que juegos habrán compartido, que lágrimas habrán abrazado. Creo que los billetes y especialmente las monedas de mundial circulación son los más favorecidos. No sólo han conocido enormidad de personas, sino que, como si fuera poco, sumaron incontables millas en programas de viajero frecuente. Las monedas son viajeras, de eso no cabe la menor duda. Pero volvamos al departamento.
El departamento tiene secciones que yo prefiero llamar rincones. Son pequeños limbos, como diría una querida amiga. No podemos pensar que los rincones sean ordenados. Menos aún si al mandarnos al rincón de la penintencia tiramos papelitos al suelo (lo cual encuentro positivo, digo, la suelta de papelitos). Está la sección de las cartas que nunca se leyeron, y quedaron en la mente de una persona con tinta invisible y título 'que hubiera pasado si...'. Hay otra sección de amistades caídas como hojas de un árbol de plátano, que florecen en septiembre y terminan en abril. En otro rincón, un poquito más al fondo, bajo un espeso polvo y escritas en libros que ya nadie piensa en usar, hay hipótesis sobre la continuación de la Guerra Fría en el año 2000 y la paz mundial que se firmaría por todas las naciones en Oslo, hurras y vitores, en febrero del 2009.
En el espacio futurista hay una cápsula del tiempo que un loco profesor de sueltos y blanquecinos pelos de apellido Brown dejó olvidada en 1955. Cuando abrimos la puerta del pasado, hay melodías nostálgicas de fondo y encontramos el delantal blanco que usamos en el primer día de la escuela primaria y la compañerita que nos gustaba cuando nos sentabamos justo en diagonal a ella antes que rodara la botellita.
Por último, no quiero olvidar destacar el rinconcito del presente. En este particular rincón que muy pocos avivados (piolas en nuestra jerga porteña) piensan en visitar, hay graffitis pintados con letras fluorescentes, para que no nos sean completamente indiferentes. La entrada es libre y gratuita, pero el mostrador a poca gente le llama la atención. Una vez adentro, los graffitis estan allí, esperando por nosotros. Quién los busca, no puede verlos, porque las paredes blancas no brindan mayor distinción de letras y el quía olvida apagar la luz. Quién los pierde, no puede darse cuenta que los tiene frente suyo, y al no retirarse un poquito hacia atrás quedá absorto en el círculo de la o, quien los encuentra, quiere salir corriendo, tal vez seguro de haberlo encontrado, sólo para perderlos y después volverlos a buscar.
Esa imperiosa necesidad que tenemos de recuperar lo perdido, de perder lo encontrado, pero sobre todo de buscar lo encontrado sabiéndose tal, es, en ocasiones, enorme. A veces me pregunto si tantas veces uno ha encontrado y sigue buscando, si aquello que uno perdió está durmiendo con sabánas y frazada o a la interperie. Y siendo más profundo, tal vez uno mismo sea un un objeto perdido de alguien, que se quedó en algún rincón del departamento, en una carta invisible escrita en el mes de abril. Si alguien me está buscando, por favor, consiga un tintero y escriba con letras (que no sean fluorescentes, por favor), mi nombre. Y si ya me encontró le pido por favor que no quiera perderme. Y que el hecho que yo sea un viajero, no es para perderme, sino para sumar millas de viajero frecuente en la To Do List de mi existencia.
Atascado en el paso 4: Cómo anudar una corbata

Hermosillo, México. Hace exactamente dos meses atrás.

El ser humano, desde los comienzos de la historia, tiene la imperiosa necesidad de verse vestido. Que lo fashion, que lo hippie, que lo rollinga, todo tiene su estereotipado modo de ser cumpliendo básicamente esa función de vestimenta que suele aparecer en varias Constituciones (no confundir con Plaza Constitución ni con ninguna señora que se llame Constitución, como pensaría la Mafalda de Quino... ah no! me confundí Constitución con Concepción, es que me suenan parecidos). Me pregunto que sería de la existencia si estuviéramos desnudos por la vida. Por lo pronto yo tendría vergüenza de ir mostrando mi anatomía por la calle: "Señoras, señores, aquí tenemos al sobrino del oso peludito que cruza Avenida Corrientes", gritarían por los altoparlantes de una improvisada 99.9 haciendo su programa vespertino frente al Obelisco. Me daría extremada penita, en el sentido que lo expresan los mexicanos.
Debo reconocer que siempre me freakeó out la sola presencia del vocablo ropa. El mero hecho de pensar en el 'tener que ir' a comprar una remera puede llegar a desesperarme. Las palpitaciones cambian (no decrecen, ni aumentan, sólo cambian), y me sobreviene una tiesa inquietud, y una impaciencia in crescendo que desearía terminar tal trámite antes incluso de haberlo comenzado. Uno de los elementos de la vestimenta es la corbata, arbitrio que delínea un estilo particular.
Era la noche de la graduación de Faby. Un viernes de idas y vueltas, sacos por buscar, corridas por doquier y cómo no, ropa por vestir. Después de cambiarme y lucir a tono camisa rosa (que sigo usando para las entrevistas) y pantalón negro y mis queridos zapatos marrones (si bien siempre prefiero vestirme informal, si son zapatos, que sean con cordones y en lo posible marrones -sin comentarios los estilistas-), llegó el turno de la corbata.
Se me cruzaron por la mente varios momentos de mi época de colegio secundario dónde, todas las noches de domingo, mi papá me hacía la corbata que duraba infranqueable hasta el viernes a la 1.30 de la tarde cuando el tan ansiadamente esperado momento de desanudarla llegaba clamoroso. Comencé por observar la corbata de arriba hacia abajo con ojos de empezar a armar un cubo mágico. Le di la vuelta, pensé por donde empezar y como hacer el nudo. Después seguí el consejo que una vez mi mamá me brindó y yo, a menudo, me rehúso a tomar: 'Todo lo encontrás en Internet'... Entonces, viendo gráficos y diversos pasos para hacerlo, comencé a armar mi corbata. Entre las opciones disponibles podía elegir doble y triple nudo: 'Señores, esperen, apenas si lo estoy intentando!' alcancé a exclamar boquiabierto.
Los nudos siempre me resultaron difíciles, especialmente los de bolsitas de supermercado. En mi haber hay más de 350 roturas de bolsas de nailon y contando... Ni que hablar entonces cuando llegue al paso 4: "Bring the wide end "W" across the front from right to left", lo pensé en español y en inglés: No había caso. Mientras las manos se me ennudaban y el nudo terminaba suelto. Luché por más de 10 minutos. Era un match entre la bestia prehistórica, tosca y ruda, frente a la fineza y sutileza de los Salieris de Armani. Me sentía como ensamblando los modelos prefabricados de escritorios, armarios que uno compra un sábado a la tarde en el supermercado. Un verdadero modelo para armar. Mientras los grises, blancos y negros de mi corbata seguían esperando, como quién observa el reloj tres veces por minuto y mira hacia la izquierda moviendo el pie derecho de forma insistente.
Debo reconocer que sin la ayuda de Fannie, la hermana de Faby de 15 años, nunca hubiera llegado al final de la rayuela. Es que la piedra se había quedado atascada en el número 4 y yo no pasaba de mis dos pies en el 2 y 3. No sabía como saltar la carrera de obstacúlos que me proponía el armar el nudo de la corbata y www.tie-a-tie.net tampoco me estaba ayudando demasiado. Finalmente aquella noche, no se aún cómo, vestí una corbata con nudo. No se todavía como llegué al finalísimo paso 7. Tal vez hubiese sido mejor elegir un moño!
Solo quería compartir el hecho que las cosas más simples de la vida, incluso con ayuda, a mí me suelen resultar las más c0mplicadas, y cuando de complicaciones se trata, yo levanto la mano bien alto señorita y paso al pizarrón, dispuesto a estrellarme contra el mundo. Hoy por hoy, mi corbata quedó desanudada y aguarda fervientemente el momento de ser protagonista. De todos modos, yo apenas la miro a través del rabillo del ojo, como esquivándola, con temor de enfrentarme a ella una vez más. Si alguien conoce un método fácil para armar una corbata, le doy la bienvenida a darlo a conocer al mundo. Si es similar a "Instrucciones para subir una escalera" de Julio Cortázar, mucho mejor. Si no, todo indica que la próxima, la revisión policial del paso 4 no me dejará cruzar la General Paz. Mientras tanto, yo me pongo la camisa, el pantalón y escondo su falta con un sweater, vigilándola receloso. No será cosa que aparezca un día y de la nada, como un critter, me quiera terminar anudando a mí.
Entreveros vocalísticos de mi mente

Comiendo el otro dia con Nati, mi hasta ahora única amiga canadiense, se me cayeron los palitos chinos y al pedir otro par, dubitativo, sólo le pedi a la mesera por sticks... después le confesé a Nati, timorato: -¿Está bien si decía chipsticks?. Y se sonrío. -Son chopsticks (claro, pensé yo, chop suey! tendrá algo que ver esa conexión de ideas?). You were only one vowel away.
No fue hace muchas horas, por esos errores de tipeo donde una vocal reemplaza a otra, mi mente entro en un lapsus y hubiese querido dejar escrita una palabra y poder darle los mil y un significados posibles.
Quiénes me conocen saben que en la compu escribo rápido. Una de las razones es para que no se me escapen las ideas y pueda atraparlas con un puño en el aire. Fue así como, cual acto fallido de keyboard, al querer escribir melancólico, me salió meloncólico. Me detuve súbitamente unos segundos, como si estuviera frenando el auto antes de estropearse la trompa contra el que viene delante. Mi mente comenzó a buscar en el diccionario de la INM (Irreal Nacademia de Max), como Homero cuando buscaba en algún capítulo simpsoneano de comienzos de los '90 el "Hacer un Homero" (otras reminiscencias brainstormingisticas para este blog particular: Homero se convierte en Max Power.. yo en Vancouver me llamo Max... otro comentario de mis branches que se abren desde la raíz, Nati me dijo, alegremente: 'Que bueno que comés lento'. Yo le respondí: 'Cuando tengo tiempo lo hago, pero te podrás imaginar que ayuda mucho el hecho de tener que comer con los palitos' (mientras asía los fideos y los trocitos de pollo se perdían en el plato). De ahí pasamos a la conversación de lo lindo que es comer en la cama pero se llena de migas, etc., y recordé que mi Sensei Kanako me podría haber dado clases maestrales sobre 'Como comer con chipst.. digo chopsticks' -perdon por el divague-).
Entonces, decíamos, después de pasarnos unas páginas, como de costumbre, encontramos meloncólico. Las siguientes definiciones se hicieron presentes:
1) Cólico producido por la rápida ingestión de un melón en mal estado.
2) Estado en el cual un melón presenta dejos de melancolía por lo áspero de su cáscara o el decoloramiento de sus granos interiores.
3) Loco. Si le quitamos las siguientes letras: m, e, n, l, i, c, o.

Conclusión: todos estamos un poco meloncólicos. Si saboreamos o estamos ante la presencia de un melón podemos ocupar las primeras dos acepciones. Si, sin embargo, nos acompaña una sandía (Melón, melón, tu serás un gran la-drón, sandía, sandía, tu serás un gran po-li-cí-a) u otra fruta del reino vegetal, querremos significar que estamos cerca de la locura.
Olvidando al gran Freud, me propongo entonces cambiar un par de vocales, y porque no consonantes, si loco lo damos vuelta y lo dejamos en colo (se acuerdan del Colo de los Cebollitas? se preguntarían en CQC: Mario, que estará haciendo el Colo de los Cebollitas en este momento?), y si colo le sacamos una o y le ponemos una a, calo, la calo, y si.... bienvenido sea el cambio de vocales y de consonantes. Las palabras están hechas para usarlas, hacerlas y deshacerlas, crearlas e inventarlas, y sobre todo, jugar con ellas.

08 febrero 2007

Identidad II: Apellidos (enojos ortográficos)

Sin entrar en detalles sobre el uso del doble apellido o no, completamente usual en los registros civiles de casi toda Latinoamérica, cuasi-aristocrático y potencial nombre de avenida en las calles del sur, hoy voy a enfocarme en este sector de nuestra identidad nominal. Siendo surname para mi y last name para los canadienses, como el primer nombre, nuestro apellido nos hace responder 'presente' cada vez que lo pronuncian en las eternas listas de compañeritos de 1er grado no sin antes hacernos pensar, en ocasiones, en gracias lingüísticas y cargadas de malandrines.
Estimo que muchos de nosotros, compartimos aquello que implica el fastidioso momento de deletrear a un burócrata corbata blanca-tras escritorio-que pase el que sigue-vamos-que no tengo todo el día, cada una de las letras que sintagmáticamente nos ayudan a ser quienes somos. La sensación opuesta (que los López deben conocer muy bien), cabe aclarar, es el aliviado suspirar producto de saber que podremos omitir tales directivas. Sin embargo, para aquellos poseedores de apellidos como el mío, eso sólo ocurre en contadas ocasiones de la vida (quisiera creer que si viviera en Italia mi historia particular no contendría tal análisis).
Estando aquí, a veces, reconozco que durante el deletreo, me pierdo entre la 'i' (e) 'ai' (i) del inglés, y años atrás, cuando trabajaba en el call center, recuerdo, tuve un interesante intercambio de vocabulario deletreístico con un brasileño:
-H de Holanda.
-Nao e possivel! Voce escrive Olanda sin hache.
-Entonces, H de ..... (Hola? no, no, a ver si piensa que es Ola del mar, H de Honduras, no, no, a ver si ahí pasa lo mismo, H de Humberto, mmm) Bueno, la letra que ud. tiene a la derecha de la G y a la izquierda de la J por favor.
Algo similar a un enojoso desconcierto me ocurre cada vez que en Downtown gruño al ver que cercano al Stanley Park, la avenida West Cordova está a mi gusto, mal escrita. No me quiero imaginar que dirían en Córdoba Capital....
Si de las b y v se trata, y siguiendo en nuestro hincapié, yo también he pasado parte de mis minutos como soporte técnico deletrando comandos y aprendiendo que la V la nombran v pequeña, uV (no confundir con ultra violeta), v baja, y la b es b grande, o b alta (no hago referencia a la labial porque aún no se cual de las dos es). Es la de burro o la de vaca?... pues, yo no quiero pensar que la v de vaca aprobaba todas las materias y la b de burro se iba a marzo con un glorioso 1 en el examén de Química del 3er trimestre, pero mis B y V que aprendí en la primaria como B larga y V corta se fueron a nadar y se perdieron en el océano de mi habla hace ya algún tiempo atrás.
Entre tantos cambios de letras, cuenta la historia que allá, por los anocheceres del siglo XIX y los albores del XX, en el puerto de Buenos Aires, los inmigrantes que llegaban con un apellido pasaban las aduanas con uno diferente, tras una pequeña variación. De acuerdo a cada oficial particular, hasta el barco eras alguien (o antes de partir del muelle) y después tenías que ser otro, para empezar de nuevo. Calculo yo que esa era la estrategia gubernamental de aquella época, escondida, claro. Que harían en esos días los nombretraficantes con identificaciones falsas para entrar a los boliches vestidos con sombrero de copa o de dama antigua o comprar alcohol siendo menor de edad, pues, no lo sé, incluso el engañoso sentido común me indica que no existían (me fascinaría saber datos al respecto).
Mis amigos han sufrido tales situaciones: Camaño es Ud. el diputado? Espiñeira, espere, espere Espi cómo?.Ucciani hagame el favor y sáquese una c, Espinoza con s o con z, para mi con s, pero va con zeta!, Zoto (esa fue zarpada) en algún sobre de retirar fotos en Kodak que conservo en casa, me acuerdo del Almirante Popelka, personaje gracias al cual volví a despuntar este vicio de la escritura (futbolística en aquel caso), entre otros de dudosa escritura. En fin, no te olvides: va con doble t, con una z al final, la j es en realidad ch, primero con i, ck intermedia y con una y final. (paréntesis: como dicen la y, ye o i griega?).
El punto es que tanto aquí como en México, mi apellido ha corrido parecida suerte. Por empezar en cada cheque del restaurant mi nombre viene escrito como "Maximillano -sí, también el nombre- Simoncezu" (konichiwa). En todos los buses de larga distancia que he tomado en México, mi apellido ha sufrido diversas variaciones y todo esto gracias al personal tanto de TAP como de Estrella Plus. Por cuestiones históricas no muy felices y familiaridad del lenguaje con el nombre veníamos bárbaro, pero al pasar esa etapa, de acuerdo a como pronunciaba la segunda parte la persona del counter lo escribía de un modo diferente. A menudo, optaba por mostrar la ISIC y simplemente decir 'es como acá'. Sino, esperaba a ver con que me encontraba. Un día elegí cambiar, y mandé la original pronunciación del apellido, como sería en Italia. Tal vez, mi historia particular, entonces, pudiera dar un giro y gracias a Dante Alighieri suspiraría más seguido, como los López. Por si alguna vez lo tienen que escribir, les recuerdo que es: Simon como suena, después c de casa, e de Ecuador, doble l, e i de l'azurri al final. Pero en italiano, la c despues de la n, como la c del principio (Majo corregime), se pronuncia ch. Ticket verde, Hermosillo-Cd. Obregón, hora de salida 15hs de un soleado sábado sonorense de diciembre (hey, ya se había pasado las S que me perseguían), corramos que faltan 5 minutos para que salga. Y entonces, cuando recheckeo el ticket me encuentro con una sorpresa: -Espera, que dice acá? Simonchelli.... Para qué. Fabyta vos lo recordarás, estallaste en risa: Ch de chile, ch de chamoy, ch de chimichurri y Simonchelli con ch de chuuuuurro. Y pensar que a mi me encantaban los churros con dulce de leche bañados en chocolate de La 1ra de Saenz Peña -ouch, se me antojo uno-. En fin, si bien nominalmente seamos unos o seamos otros, creo que lo importante es no olvidarnos de ser nosotros mismos. Aunque no vendría mal de vez en cuando que aprendiéramos pronunciación y escritura de apellidos extranjeros. Habría más suspiros, menos fastidios, y una sopa de letras como la de la publicidad de Knorr, donde la cuchara se porta bien.