20 diciembre 2005

Voy a iniciar este blog con un cuento prestado, regalado, dedicado. No necesariamente uno tiene que ser un principito, un buscador de estrellas, un cuidador de rosas o un incansable caminante en busca de lejanos atardeceres. Pero a veces uno se disfraza y viaja a otro planeta. A vivir otro mundo, o tal vez un pedacito del propio. De esto trata esta historia.

".. y llegó el día en que el centauro al fin entró en la tienda de figuritas de cristal, donde aguardaba el valiente y corajudo principito, que había dejado su pequeño planeta, sus tres volcanes y su rosa vanidosa y orgullosa, por quedarse en el puesto más alto de la estantería, aguardando pacientemente ese día en que al fin el centauro entraba a la cristalería.
Y pasaron los meses y los años y el centauro miraba maravillado todas esas pequeñas y delicadas piezas de las más variadas formas, y andaba sonriente y distraído, y apenas se fijó en el principito, ignorando por completo el sacrificio que había hecho él para estar allí, pensando con inocencia (porque son inocentes los centauros), que era demasiado frágil y tráslucido... y aunque le miró curiosamente varias veces, y se acercó unos segundos para prestarle atención, se alejó finalmente... porque el centauro no quería que el principito estallara en pedazo con alguna de sus torpezas... y vaya si eran torpes los centauros!...
Y al término de la historia tenemos un centauro que sigue maravillado con un montón de cosas rutilantes y llamativas pero temeroso de acercarse porque desconfia de sus patas y su cola y no quiere dañar nada, ni estropear a nadie; y un principito que hace un viaje a cualquier otro planeta, donde haya quizás un rey, un vanidoso, un geógrafo, un payaso, un borracho, un farolero o un contador de estrellas, llevando en su maleta para siempre la imágen de esos pocos segundos en que estuvo cerca del centauro, ejerciendo eternemente su oficio de buscador, buscando y consiguiendo valientes y cobardes, tímidos y osados y reclamando con cada sol su derecho a elegir que vida seguir viviendo o que vida empezar a vivir".


Yo busco valientes y cuento estrellas solo para poder pisar los pedacitos de mundo que veo en mis mapas con alma de geografo (y los que saben de mi pasion por los mapas y las aventuras extranjeras me entienden). Por eso la idea es estar en el camino, sin saber si voy, si vengo, si estoy de ida o estoy volviendo.

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