05 mayo 2007

El que roba a un ladron...

Sin los billetes verdes, azules y violetas que conformaron la paga de mi primer mes en esta ciudad, y sin la posibilidad de verlos conmigo de vuelta a la hora de querer salirme de la casa (no hay reminiscencias granhermanisticas), uno de los ex habitantes (no un raton, sino un mexicano que no sabemos si fue Speedy Gonzalez en otra vida), me ofrecio quedarme en su nuevo lugar durante las 4 lunas de mayo.
Los mexicanos son demasiado hospitalarios, bien calidos. Siempre, en todos lados, siento que te dan una mano. Los unicos que te causan problemas son los de Migracion, siempre pensando que como latinoamericano uno tiene la intencion de ir al pais de las barras y las estrellas y el Pato Donald.
No soy alguien que suele tomarse revancha de las situaciones. Pero ciertas estafas como la que me acaecio, me da la sensacion, merecian alguna respuesta.
Los 1ros de ciertos meses, parece ser, ciertas zonas de la ciudad se revolucionan. La zona estudiantil en la cual ahora vivo, cerca de McGill, la universidad de habla inglesa, es una de ellas.
Hay camiones de mudanza, pero lo mas interesante es todo lo que encontramos en los camiones de mudanza: desde frazadas hasta cubiertos, pasando por escritorios, armarios, mesitas de luz, lamparas, sillones. Una mudanza es, literalmente hablando, el movimiento de una serie de elementos de un lugar hacia otro. Solo que implica mucho mas. A veces olvidamos que ese lugar que dejan y el lugar al que arriban forman parte de un lineamiento que conformara etapas de una vida. "Cuando vivia en la calle Bahia Blanca...." "Al mudarme a Nazca..." Y claro, cada casa tiene su distribucion, sus dimensiones, sus rincones, tambien sus recovecos. Y los nombres de las calles pasan a cobrar vida y tener tanta importancia como la cama donde dormimos por años: no se si hubo un Sr. o Sra. Nazca alguna vez, pero si he visto un documental sobre las Lineas de Nazca en el Peru, lo que nos importa es que para muchas personas Nazca significa un antes y un despues.
Para mi la rue Saint Dominique nunca significo un antes: Solo una pelicula de terror que duro 2 dias. No me iba a ir de alli sin llevarme algun recuerdo. Sin mudar, literalmente hablando esta vez, objetos de alli.
Ahora, mientras escribo, en esta tarde fria y soleada de sabado, estoy acostado sobre esos recuerdos que llevan el color blanco de un acolchado y sabanas de flores. Mis rodillas, sin hincarse, estan sobre una almohada de cuadros azules y blancos. Las almohadas para mi son esenciales. Siempre mi consejo es que la gente no las tire. Cuanto mas viejas, mejor. Seran necesarias algun dia en una eventual guerra de almohadas y sino remontemonos al encuentro que hace unos meses atras colmo los parques de Palermo con 3,000 entusiastas de este nuevo deporte. Estan pensando algun torneo mas organizado. Yo me anoto para hacer el fixture. Me encanta armar fixtures y ver quien juega contra quien. Soy uno de los seguidores mas fervientes de los sorteos de cualquier Copa del Mundo con dirigentes corruptos sacando bolas de cristal con nombres de paises de una copa para ver quien juega el 11 de junio por el Grupo C. Pero sigamos con los recuerdos.
Donde voy a colocar la ropa sucia? Nos trajimos una canastita. Y claro, al menos necesito una cortina color ocre en alguna de las ventanas. La cortina vino dentro de la canastita, para salvar espacio, claro. Pense en traerme la bicicleta, pero ya me parecio demasiado.
En este tiempo de descuento que tengo aqui en Canada, me gustaria tener banderitas de todos los paises, un mapa del mundo, muchas copas con nombres de paises en bolitas de ping-pong y armar grupos de un Mundial imaginario. Conducir una bicicleta e ir pegandole con una almohada en la cabeza a los peatones por la calle para calmar mi ansiedad. Conocer porque Nazca se llama Nazca y saber si los ratones tambien se mudan para conservar su queso robado a temperatura ambiente. Y si, junto a el, tambien se llevan algun otro recuerdito.
Ratones, los comprendo. A ustedes y a mi, les canto nuestro veredicto: Nos concedieron nuestros cien años de perdon.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó la frase: "durante las cuatro lunas de mayo".El romanticismo no se pierde en la escritura, y tu vocabulario traspaza las fronteras de lo común a lo imaginariamente alcanzable. Que esas cuatro lunas te acunen en su luz y su penunbra, bajo un acogedor cobijo de almohadas viejas adaptables a tu necesidad y tu gozo. ¡disfruta de ellas!, y permíteme compartirlas. U beso