20 julio 2008

Y entonces Sab dijo... Segunda f(r)ase - Revolutions

En la escuela secundaria, sea esta matutina o vespertina y los cursos de inglés, teatro, deportes y diversas actividades, se desarrolla un extenso fragmento de la vida que nos duele: Los para mi y los para vos se visten con palabras de amor, puro enamoramiento. Nótese el detalle de la vestimenta pero no del amor impreso. Los te amo proliferan como representación del enamoramiento, la razón se pisotea y las hipótesis son fondo y figura, el chamuyo brota y nunca se fuga, y el corazón se gesta, llora, respira, nace todo junto, y vive, se vive. Del enamoramiento al amor hay varios pasos y del amor para hacer renacer el enamoramiento un abismo... o tal vez la nada.

No tuve una adolescencia común en ese aspecto. No hubo primera novia a los 15 o 16. Mi primer beso real pudo haber sido a los 13, pero por timidez me quedó esperar hasta los 16. En ocasiones, me hubiese gustado ser más normal, de hecho, en aquella época me lo planteaba a menudo. Hoy estoy contento de haber sido así. Ya un poquito más grande, pero no por eso más adulto, trato de entender por qué. Con Psiquis charlamos largas tardes sobre el asunto. Psiquis prefiere los banquitos de Plaza Devoto. Y yo, yo soy suceptible ante los banquitos de plaza y también ante el pasto recién mojado. Que se sepa: No hay nada como los banquitos de plaza en Buenos Aires. A veces Psiquis es punzante. En ese atardecer de junio donde cayeron las últimas hojas del plátano de la esquina frente a Monte Olivia, fue agudo: "Cuando pasa el tiempo, es más difícil ponerle nombres a las personas. No hay más nombres propios, ingenuos, inofensivos, como en el jardín o en la primaria. Complicado es la secundaria, donde todo pasa a ser 'mi primera novia', 'mi primera novia que nunca fue', 'mi primer amor', 'la chica de mi primer beso', 'mi ex'. Pasan los años y la ecuación es simple: Más importante la persona, más recordamos su identidad y su todo, más imposible dar a conocer su nombre propio sin suspirar, mirar hacia abajo, hacia la nada, o sentir saudades sin llegar al llanto". Al ángulo. Psiquis ronronea y se pone a descansar. Yo escribo y la etapa de las S atraviesa todo este recorrido.

En los 13a19 teens, hay una primera etapa. La llamamos 'Lero Lero'. Lero es ella. Lero soy yo. Y el espacio entre los dos es un cascote que cae en medio de una obra en construcción en pleno Flores y una visita a Tribunales. Y el segundo espacio entre los dos una introversión aguda. Y el tercer espacio entre los dos es el alejamiento final que temo se concrete. Y se concreta...

Lero me presenta a una niña con la que salgo. Su nombre: Eugenia, parecido a la muñeca preferida de mi hermana: María Eugenia, que en realidad d'entrecasa se llama MaruGenia. Lugar de la cita: Algún McDonald's. Lero me llama más tarde para ver como me fue. Le cuento que el cono combinado chorreaba y de sólo hablar del viaje de egresados a Carlos Paz, no sabía como actuar. Moraleja: Cuando salgas, tomá helado en potecito.

Después con Lero, nos empezamos a frecuentar más. Lero me invita a un bailecito que organiza en su casa. Cuando termina el bailecito me acusa: "Cómo que te pareció linda Sol?!". Con Lero estamos juntos en la pileta y hay una guerra submarina sin chapuzones. Volvemos al juego de manos, juego de villanos. Acuático juego. Lero apoya su cabeza en mi hombro izquierdo. Aprendo que ese gesto significa algo. Me doy cuenta muchos años más tarde...

Hay un último encuentro: Junio del 98. Lero me presta un CD de Blur para que copie. Nos dejamos de hablar cinco años. Y en el medio un lustro de vida... como si fuera tan poco. El 7 de abril de 2003, mamá me dice: "A qué no sabes quién llamo?". Fue uno de los llamados sorpresa más sorpresivos de mi vida. Lero había buscado a Lero en las listas de la facultad, y casualmente lo encontró. Lero (yo) le devolvió a Lero (ella) su CD de Blur, que había guardado como un trofeo de guerra. En cinco años nunca lo copió y años después terminó por descargar su versión pirata a través de Internet. Fuimos Lero Lero cursando juntos Derecho a la Información. Para Lero nuestra historia es como pausas de una película en un chicle lleno que se estira en sus momentos. Me asusta pensar que el chicle cuando vive se estira, se hace de goma, se disfruta. Me duele pensar que cuando el chicle se termina, se tira. Me alegra saber que aún se acuerda de mi cumpleaños.

Lero, una tarde me confesó: "Que bueno que nunca pasó nada entre los dos. De haber sido así, no te hubiera visto nunca más". No supe si eso era un consuelo o un momento de vidrio blindado. Me puse triste y contento al mismo tiempo. En esta etapa el 'para mi' y el 'para vos' quedan determinados por una declaración jurada, una conexión de curiosidades infinitas, el plan de un beso con 12 años de espera y contando, los trofeos de guerra, el vidrio blindado y el consuelo. Lero Lero.

En los 13a19 teens, hay una segunda etapa. La llamamos 'City Hall'. En la etapa City Hall, vamos a bailar viernes o sábado por medio a matinée. Nos juntamos a las 7.45 en algun lugar del Devoto GeneralPaziano y subimos al 107. La línea 107 es una de mis preferidas. Los choferes son veloces, suelen pararte por más que estés en el medio de la cuadra y por lo general, están de mejor humor que conductores de otros móviles. Algún día quisiera realizar una auditoría para relevar el grado de motivación de los empleados de las diferentes empresas de transporte y las propuestas que estas realizan.

¿Cuál es la vinculación con la segunda etapa? La propensión de los choferes a subir altas masas de seres humanos. Aquí los para mi y los para vos comienzan con el 80 por favor (eran otras épocas...). Los cruces de las dos barreras son momentos esenciales para comenzar a charlar y pispear un fragmento de la población cityhalleana de la noche. Puedo aseverar que el cruce de la línea Urquiza es más prolífico que el de la línea San Martín. Más pasajeros suben, más pasajeras lo hacen y menos espacio disponible entre tu mejilla y la mía. El chamuyo comienza acá.

Una vez en el mundo de luces apagadas y focos vivos de colores, estamos con Mario, Machas y Pichi. Mario es el chamuyero que sin ser ganador gana, Machas es un actor que la rema y actúa muy bien, Pichi y yo somos los timidones que nos quedamos contando chistes (él cuenta chistes, yo no soy buen contador pero si cuentero pero no de chistes) esperando que el grupito de 4 chicas aparezca para ir a conversar. A las chicas les fascina ir en trencito y nosotros jugamos a jugar y tomarlas entre dos desde los costados. El resultado es simple: Las amigas se enojan y, en vez de salir corriendo, se quedan para recuperar a la desdichada. Allí, aparecen Mario y Machas. Los medios de transporte se mezclan en todos lados. Y las hormonas también.

Me llaman al confesionario: Durante el milenio pasado nunca besé a una chica en un boliche. Este dato toma como marco referencial la corriente historiográfica que postula que el milenio finalizó en 1999. Para mi los boliches siempre fueron más traumáticos que buena onda. Esa urgencia por querer estar con gente nueva sin conocerla, viéndola sólo una vez. No estoy en contra de ella, pero no la comparto del todo. Me pregunto: "¿Si hay tantas personas en el mundo, como saber que tu chica irá a bailar a City Hall...?"

En esta etapa el para mí y el para vos es puramente hormonal. Lo determinan el 107, los amontonamientos, los sábados a la noche, los besos de hola, adiós y hasta luego, los panchos de Plaza Devoto al salir y las dudas que emergen: "Y si está en otro lugar?". Adiós Capital y Gran Buenos Aires...

En los 13a19 teens, hay una tercera etapa. La llamamos 'Cruzando el charco'. Hay enamoramientos fugaces: de intensos veranos, de reverdecientes primaveras, de otoños de plaza y de inviernos cucharita. Aquí el para mí y el para vos se signan por la estación y la fugacidad. La fugacidad no es sólo temporal, sino también espacial. Comprimida como un circulo anti-compás de colores entermezclados que se amasa como plastimasa y se moldea para idealizar y se vuelve a armar para recrear. No se preocupe, no es tóxico. Si sus hijos piensan que es comestible, nada sucederá. Apenas tal vez desaparezcan los otoños de plaza...

No recuerdo con claridad esta etapa, pero sí tengo conciencia que fue el comienzo paulatino que me obliga a la necesidad de revivir esta genealogía. Surge de una etapa previa camaleónica que se camufló en algún post. De ésta en particular recuerdo mi primer beso. Duró lo que tarda contar hasta cuatro. Fue tierno. Creo que hasta dulce.

Mi memoria tiene un leoncito de peluche de nombre poco original: Ito. Me resuenan los helados, no de vainilla, pero si la Stacey Malibú y su enorme platón de helado de vainilla. Siento los ventanales del Paseo Alcorta en mi espalda. Recuerdo haberme sentado por primera vez con detenimiento a leer Crónicas del Angel Gris un sábado de octubre en Colonia. Argentina en mundial de rugby, tal sucedió en 2007 y yo viajando... Y no me pregunten más.

En esta tercera etapa los para mí y los para vos se rigen por las gotas. Gotas de helado, gotas de labios, gotas de cafe, gotas saladas que ruedan, gotas golpeadas por otras gotas en una lluvia ríspida, gotas perfectas, gotas en la palma de la mano, gotas que se escapan, gotas que se escurren... gotas que se pierden en un infinito mar de gotas.

En los 13a19 teens, hay una cuarta etapa. La llamamos 'Histeriqueo telefónico'. Aquí es tan importante el histeriqueo como las ganancias que se llevan Telefónica y Telecom, más lo primero que lo segundo. Desde la mitad de la adolescencia numérica me reconocí un ameno y continuo hablante telefónico. Horas, días, semanas, noches enteras de martes, jueves o algún miercoles. Conversaciones que variaban de la A a la Z, verdaderamente extensas y no por eso menos ricas. Todo comienzo tomaba la siguiente consigna "Como de la nada siempre sale algo"... y creánme los escépticos: Salía...

La escritura y el teléfono permitieron la salida de un otro yo que estuvo escondido o quizás ausente durante añares (añares? anticuado uno). Hoy en día no sé si reconocerme en él o en el otro... No sabría decir 'cuál de los dos escribe esta página'. Desde esta instancia me he convertido en alguien más perdido en lo importante y más focalizado en lo irrelevante. He aprendido que los pequeños detalles suman y sorprenden pero no alcanzan: venden pero aún no fidelizan.

He hablado con las niñas más verosímiles: las histéricas. Disculpen la sentencia y me gano los abucheos si es necesario. Pero también reconozco que en un 1% (agreguen un cero) soy histérico. No es una propiedad femenina querido Mr. Freud. Es una propiedad argentina, más bien diría. Y las palabras que pasaban por los tendidos y hoy en día (anticuado dos) lo hacen por ondas de 2.4 Ghz, contenían preguntas y frases del estilo: "Sos todo lo que mi novio no es" (y entonces...?); "Te quiero como amigo" (pasa en Los Simpsons, pasa en las películas, pasa en la vida real, pasa en TNT y todos los canales de su cableoperador); "Me encanta hablar con vos" (y a quien no? ;) -disculpen, la soberbia bromista también es un poco argentina, espero se acepte la licencia literaria- (bis: Eso significa que me vas a dar bola?); "Podríamos encerrar el mundo en un bolsillo y llevarlo con nosotros toda la vida" (Atajate! Eso es tener el mundo en sus manos VISA! o era Mastercard?); "Que color de ropa interior lleva puesto en este momento?" (pregunta muy sugestiva...); "Cuál fue la locura más loca que hiciste?" (ser loco tal vez?); "No sabés lo que me paso ayer..." (todavía no tiro las cartas ni puedo viajar al pasado...) "Mi amor es el mar" (ah no! Eso no pasa en la vida real, eso solo pasa en Los Simpsons, d'oh!). Todas estas frases terminaban en histeriqueo.

En esta etapa el para mi y el para vos esta determinado por quién llama y quién recibe, por los ocupados y la llamada en espera, por la diversión y la comprensión, por la atención al mango y las palabras con sentido, por lo importante y las frases sin sentido que te las acordás todas, por el chamuyo, por el histeriqueo, por la A, la J, la R y la Z. El para mi y el para vos se define por las ganas que vos y yo tenemos de ser sin aún ser o, al menos, las ganas que tenemos de ver si realmente queremos ser. Sí, sé que soy un anticuado (tres): Hoy en día el histeriqueo es vía SMS. Y Telmex ataca a Telefónica y Telecom. Sabés? Que nos importa... Seamos.

En los 13a19 teens, hay una quinta etapa. La llamamos 'Noviazgo'. En él la formalidad domina... o debería. A esta edad (y a todas?) el noviazgo se inicia en sincronía y aceptación de los dos involucrados: Puede ser al momento o mucho después del primer beso... hasta conozco casos donde esto sucede antes. ¿Hay verdadera sincronía? La pregunta "Querés ser mi novio/a?" suele atisbar a uno de los pequeñines: "Te acordás cuando pasamos hace 3 horas por esa plaza que estábamos boludeando?... Y ahora somos novios". Glup.

Yo me puse de novio en la calle Yerbal. No recuerdo la altura con exactitud pero era a medio camino de Floresta y Liniers. Hubo una plaza, una tarde de domingo, pantalones cortos y remeritas musculosas. Y otra vez: Juego de manos, juego de villanos. En sincronía (y allí sí...) con mi vida, el beso llegó más tarde, pero llegó. En verdad, la neblina no le permitió encontrar la cuadra con certeza y los policías, kioskeros y diarieros estaban de franco vespertino. Fue a las 7 de la tarde, probablemente después de las y media. Lo recuerdo como rico.

Si bien estimo que la institución del noviazgo, en los adolescentes, no ha variado demasiado de aquél momento a éste, entiendo que ha perdido fortaleza (excepto cuando los noviazgos son de a tres y ese señores, ese es otro tema...). La importancia de la familia en opinar seguramente no.

En el noviazgo uno está porque ha encontrado al amor de su vida, está porque ha encontrado un amor, está porque se ha enamorado (y allí, el mismo desfasaje de la etapa previa), está porque se muere por la otra persona, está porque le gusta la otra persona, está para probar e intentar algo nuevo, está porque quiere besos y abrazos, está porque no desea estar sólo o simplemente está, que es lo mismo que no estarlo. De hecho el verbo estar es díficil de utilizar para el noviazgo. Entre estos matices se desarrolla el susodicho. Y sí... Probablemente ambos involucrados estén en situaciones distintas y entonces lo que es para mí no será para vos y lo que es para vos no lo será para mí. Y cuando sí, nadie duda que sea hermoso.

El noviazgo tiene un tiempo. En ocasiones la relación se posa en la arena, y a veces, debe defenderse de la nieve. Contar con lonas para no quemarse o trajes impermeables para no congelarse es necesario. Entender los matices de cada noviando, su lugar, su deseo, es fundamental. En esta etapa el para mi y el para vos se signan por las relaciones extensas, los desfasajes, el amor, el desamor y el enamoramiento, las terceras partes, las familias enojonas o benevolentes, los kioskeros que cierran temprano y los matices. Este sea tal vez el primer momento donde el para mi y el para vos se demuestran practicando la teoría con firmeza y deben ponerse la camiseta, sea del cuadro del equipo de sus amores o no.

Ojalá el para mí y el para vos fueran tan fácil como elegir tu color preferido o tu equipo de fútbol. Ojalá el para mí y el para vos, expresa Psiquis, fuera tan facil como elegir Whiskas. Ojalá...

Continuará...

4 comentarios:

CINTY dijo...

El juego que ustedes jugaban en CityHall era Martín Pescador, que decía "Martín Pescador se podrá pasar" y los 2 quee hacían el arco con sus manos respondían "Pasará, pasará, pero el último quedará!"
Yo por lo pronto, tendría que haber jugado a "Juguemos en El Bosque mientras el Lobo está, lobo está o no está?" y respondía "me estoy poniendo las medias!" y así toda la ropa y una vez que estaba listo salía corriendo a atrapar a los compañeritos..

CINTY dijo...

Gracias a Psiquis, me amigué con Coco jeje

Maximiliano dijo...

Cinty: jaja!! Glorioso que me pasara el nombre del juego que habia olvidado. Estos pajaros pescadores! Si bien no encuentro relacion entre Martin Pescador y Villa Urquiza, es totalmente entendible el hecho que haya tenido que jugar a Lobo está en sus pagos del sur. Mientras no se pierda en El Bosque...
En lo concerniente a Coco, me alegro que se haya reconciliado con su gato. La clave estaba en la doble ración de Whiskas.
Recuerdelo: 9 de cada 10 gatos comen Whiskas.
Aunque despues de lo que me conto ayer de Coco, la verdad como el niño malcriado de Tang... no se lo merece!

CINTY dijo...

Hablando de niños malcriados de Tang, me hizo recordar que en estos últimos días por la avenida Rodolfo López por mis pagos quilmeños, hicieron algunas pintadas de un grupo "No se lo merece Rock" muy gracioso me pareció el nombre cuando lo lei, jeje.
Y si,Coco tuvo un pasado cercano de salidas nocturnas y diurnas, y de llevarse mal con sus "hermanos",, ahora que quedó como hijo único se comporta más cariñoso porque sabe que los mimos van a ir hacia el...