15 febrero 2007

Atascado en el paso 4: Cómo anudar una corbata

Hermosillo, México. Hace exactamente dos meses atrás.

El ser humano, desde los comienzos de la historia, tiene la imperiosa necesidad de verse vestido. Que lo fashion, que lo hippie, que lo rollinga, todo tiene su estereotipado modo de ser cumpliendo básicamente esa función de vestimenta que suele aparecer en varias Constituciones (no confundir con Plaza Constitución ni con ninguna señora que se llame Constitución, como pensaría la Mafalda de Quino... ah no! me confundí Constitución con Concepción, es que me suenan parecidos). Me pregunto que sería de la existencia si estuviéramos desnudos por la vida. Por lo pronto yo tendría vergüenza de ir mostrando mi anatomía por la calle: "Señoras, señores, aquí tenemos al sobrino del oso peludito que cruza Avenida Corrientes", gritarían por los altoparlantes de una improvisada 99.9 haciendo su programa vespertino frente al Obelisco. Me daría extremada penita, en el sentido que lo expresan los mexicanos.
Debo reconocer que siempre me freakeó out la sola presencia del vocablo ropa. El mero hecho de pensar en el 'tener que ir' a comprar una remera puede llegar a desesperarme. Las palpitaciones cambian (no decrecen, ni aumentan, sólo cambian), y me sobreviene una tiesa inquietud, y una impaciencia in crescendo que desearía terminar tal trámite antes incluso de haberlo comenzado. Uno de los elementos de la vestimenta es la corbata, arbitrio que delínea un estilo particular.
Era la noche de la graduación de Faby. Un viernes de idas y vueltas, sacos por buscar, corridas por doquier y cómo no, ropa por vestir. Después de cambiarme y lucir a tono camisa rosa (que sigo usando para las entrevistas) y pantalón negro y mis queridos zapatos marrones (si bien siempre prefiero vestirme informal, si son zapatos, que sean con cordones y en lo posible marrones -sin comentarios los estilistas-), llegó el turno de la corbata.
Se me cruzaron por la mente varios momentos de mi época de colegio secundario dónde, todas las noches de domingo, mi papá me hacía la corbata que duraba infranqueable hasta el viernes a la 1.30 de la tarde cuando el tan ansiadamente esperado momento de desanudarla llegaba clamoroso. Comencé por observar la corbata de arriba hacia abajo con ojos de empezar a armar un cubo mágico. Le di la vuelta, pensé por donde empezar y como hacer el nudo. Después seguí el consejo que una vez mi mamá me brindó y yo, a menudo, me rehúso a tomar: 'Todo lo encontrás en Internet'... Entonces, viendo gráficos y diversos pasos para hacerlo, comencé a armar mi corbata. Entre las opciones disponibles podía elegir doble y triple nudo: 'Señores, esperen, apenas si lo estoy intentando!' alcancé a exclamar boquiabierto.
Los nudos siempre me resultaron difíciles, especialmente los de bolsitas de supermercado. En mi haber hay más de 350 roturas de bolsas de nailon y contando... Ni que hablar entonces cuando llegue al paso 4: "Bring the wide end "W" across the front from right to left", lo pensé en español y en inglés: No había caso. Mientras las manos se me ennudaban y el nudo terminaba suelto. Luché por más de 10 minutos. Era un match entre la bestia prehistórica, tosca y ruda, frente a la fineza y sutileza de los Salieris de Armani. Me sentía como ensamblando los modelos prefabricados de escritorios, armarios que uno compra un sábado a la tarde en el supermercado. Un verdadero modelo para armar. Mientras los grises, blancos y negros de mi corbata seguían esperando, como quién observa el reloj tres veces por minuto y mira hacia la izquierda moviendo el pie derecho de forma insistente.
Debo reconocer que sin la ayuda de Fannie, la hermana de Faby de 15 años, nunca hubiera llegado al final de la rayuela. Es que la piedra se había quedado atascada en el número 4 y yo no pasaba de mis dos pies en el 2 y 3. No sabía como saltar la carrera de obstacúlos que me proponía el armar el nudo de la corbata y www.tie-a-tie.net tampoco me estaba ayudando demasiado. Finalmente aquella noche, no se aún cómo, vestí una corbata con nudo. No se todavía como llegué al finalísimo paso 7. Tal vez hubiese sido mejor elegir un moño!
Solo quería compartir el hecho que las cosas más simples de la vida, incluso con ayuda, a mí me suelen resultar las más c0mplicadas, y cuando de complicaciones se trata, yo levanto la mano bien alto señorita y paso al pizarrón, dispuesto a estrellarme contra el mundo. Hoy por hoy, mi corbata quedó desanudada y aguarda fervientemente el momento de ser protagonista. De todos modos, yo apenas la miro a través del rabillo del ojo, como esquivándola, con temor de enfrentarme a ella una vez más. Si alguien conoce un método fácil para armar una corbata, le doy la bienvenida a darlo a conocer al mundo. Si es similar a "Instrucciones para subir una escalera" de Julio Cortázar, mucho mejor. Si no, todo indica que la próxima, la revisión policial del paso 4 no me dejará cruzar la General Paz. Mientras tanto, yo me pongo la camisa, el pantalón y escondo su falta con un sweater, vigilándola receloso. No será cosa que aparezca un día y de la nada, como un critter, me quiera terminar anudando a mí.

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