15 febrero 2007

El departamento de Lost&Founds

"Se solicitan a la brevedad datos sobre el paradero de un pase de autobús que extravié a los 5 días del pasado mes de enero. Mide 7 cm de alto por 8 de ancho y prácticamente no tiene espesor. De contextura rugosa, con predominancia del color gris y triángulos amarillos en los costados, posee la zona número 2 al descubierto. Si da con su paradero (aunque posea cero de humanidad) agradecería se contactase con mi persona. Desde ya, muchas gracias".
Durante nuestra existencia, el buscar, encontrar y perder, son palabras que, generalmente, derivan en una acción. Sin embargo, incluso perteneciendo a un mismo universo simbólico, las tres palabras/acciones nunca van a querer ir a cenar juntas. Se divorciaron antes de dar el sí en la iglesia, y existen para imposibilitarnos la tranquilidad o más bien, para asegurarnos un trabajo extra.
En una de las habitaciones de la vida, encontramos el departamento de Lost&Founds. Entrar allí es abrir las puertas de un tesoro de nuestra imaginación. Es encontrar aquél papel perdido en las tinieblas de abajo de la cama, aquellas llaves que dejamos olvidadas en la mesa de un bar, aquella foto que buscamos tanto tiempo en un parque del tiempo pasado bajo un frondoso arbol estival.
Cuantas veces nos preguntamos donde estarán ciertos objetos. Incluso, mejor aún, ¿Tendrán vida propia?. Hacia donde habrán viajado, que secretos habrán revelado, que juegos habrán compartido, que lágrimas habrán abrazado. Creo que los billetes y especialmente las monedas de mundial circulación son los más favorecidos. No sólo han conocido enormidad de personas, sino que, como si fuera poco, sumaron incontables millas en programas de viajero frecuente. Las monedas son viajeras, de eso no cabe la menor duda. Pero volvamos al departamento.
El departamento tiene secciones que yo prefiero llamar rincones. Son pequeños limbos, como diría una querida amiga. No podemos pensar que los rincones sean ordenados. Menos aún si al mandarnos al rincón de la penintencia tiramos papelitos al suelo (lo cual encuentro positivo, digo, la suelta de papelitos). Está la sección de las cartas que nunca se leyeron, y quedaron en la mente de una persona con tinta invisible y título 'que hubiera pasado si...'. Hay otra sección de amistades caídas como hojas de un árbol de plátano, que florecen en septiembre y terminan en abril. En otro rincón, un poquito más al fondo, bajo un espeso polvo y escritas en libros que ya nadie piensa en usar, hay hipótesis sobre la continuación de la Guerra Fría en el año 2000 y la paz mundial que se firmaría por todas las naciones en Oslo, hurras y vitores, en febrero del 2009.
En el espacio futurista hay una cápsula del tiempo que un loco profesor de sueltos y blanquecinos pelos de apellido Brown dejó olvidada en 1955. Cuando abrimos la puerta del pasado, hay melodías nostálgicas de fondo y encontramos el delantal blanco que usamos en el primer día de la escuela primaria y la compañerita que nos gustaba cuando nos sentabamos justo en diagonal a ella antes que rodara la botellita.
Por último, no quiero olvidar destacar el rinconcito del presente. En este particular rincón que muy pocos avivados (piolas en nuestra jerga porteña) piensan en visitar, hay graffitis pintados con letras fluorescentes, para que no nos sean completamente indiferentes. La entrada es libre y gratuita, pero el mostrador a poca gente le llama la atención. Una vez adentro, los graffitis estan allí, esperando por nosotros. Quién los busca, no puede verlos, porque las paredes blancas no brindan mayor distinción de letras y el quía olvida apagar la luz. Quién los pierde, no puede darse cuenta que los tiene frente suyo, y al no retirarse un poquito hacia atrás quedá absorto en el círculo de la o, quien los encuentra, quiere salir corriendo, tal vez seguro de haberlo encontrado, sólo para perderlos y después volverlos a buscar.
Esa imperiosa necesidad que tenemos de recuperar lo perdido, de perder lo encontrado, pero sobre todo de buscar lo encontrado sabiéndose tal, es, en ocasiones, enorme. A veces me pregunto si tantas veces uno ha encontrado y sigue buscando, si aquello que uno perdió está durmiendo con sabánas y frazada o a la interperie. Y siendo más profundo, tal vez uno mismo sea un un objeto perdido de alguien, que se quedó en algún rincón del departamento, en una carta invisible escrita en el mes de abril. Si alguien me está buscando, por favor, consiga un tintero y escriba con letras (que no sean fluorescentes, por favor), mi nombre. Y si ya me encontró le pido por favor que no quiera perderme. Y que el hecho que yo sea un viajero, no es para perderme, sino para sumar millas de viajero frecuente en la To Do List de mi existencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Imaginate tu... que de cosas encuentra uno en ese "Lost & Found"! Sería estupendo que estuviesen allí aquellas cosas que les dimos a los demás y que ya les estorban no?.. Los primeros besos o el último de todos, las primeras citas, algunas sonrisas que ya no tienen donde guardar, las palabras de aliento que fueron útiles y no lo son mas... se multiplicarían los rincones y podríamos practicar un tipo enriquecedor de reciclaje... tu que crees?