17 mayo 2008

Relatos en a (en inglés no sé, pero en francés serían en e)

Dos de estos relatos son verídicos. Los otros tres, digamos que podrían ser pura coincidencia.

Ella I: LSM: Villa del Parque. Decisión de ascensor.

Bajé del tren. El primer estribo a un paso, un salto de centímetros luego. Crucé la estación entre maletines de preocupadas corbatas y bolsos de sonrientes All Star. Caminé 500 metros bajo el verde y mármol de Villa del Parque... Era tiempo de decir lo que sentía dentro. Necesitaba hablar con ella.

Ahora es ahora. Toco el timbre, con olor a limpio los 60 del 1º al 15º del A al D. Impacientes los cordones y la cadenita al cuello. Impacientes las agujas y las llaves en el bolsillo. Abre el portero, a su izquierda por favor...

Del 1º al 3º arreglo mi pelo: movimiento circular de un meñique comandante, de cejas hacia orejas, con volumen, sin volumen, índice en la nuca y masaje como antes de ir a dormir al final. Pienso si lo digo. Del 4º al 9º palma contra nudillos opuestos y Square One de Coldplay en el reproductor que ya no tengo. Me quito el auricular derecho. Pienso como lo digo.

Ahora yo no soy yo. Tocan a la puerta. Saludo y despedida. Tomo mis gafas guardadas y las vuelvo al exterior. Saludo y Bienvenida. ¿Qué tal, como estás? No hay respuesta. Pasa y se sienta. Se recuesta. Se vuelve a sentar. Manos en las rodillas, se para, se agarra la cabeza, se vuelve a sentar, manos en la mandíbula, codos en las rodillas. Desabrocha y abrocha de la camisa su primer botón.

Tomo mi carpeta. Coloco su vida escrita. Raya larga, punto y raya larga. En el margén derecho anoto la fecha de hoy. Luego de un año y medio tambaleante habíamos logrado mucho a través de sus esfuerzos. Le vuelvo a preguntar. ¿Qué tal, como estás? No hay respuesta. Lo invito: Tranquilo...

Ahora yo soy yo. Miro hacia la ventana nublada. Pulgar derecho en mejilla derecha, indice debajo del labio inferior rozando el fin de los 3 días de barba candado. Giro el rostro hacia la derecha y la miro a los ojos: "Regresó... Ella regresó..."

Por última vez ahora yo no soy yo. Tomo la lapicera. Raya larga, punto y raya larga. Dejo un espacio vacío y me doy treinta segundos sin responder. Dibujo un candado. Pliego la hoja una vez. Una segunda y una tercera. La pliego con fuerza para que no sea un acordeón. Tomo una nueva hoja. Blanca. Blanca como su antigua esperanza. Blanca como nube de avión. Coloco la fecha en el margen derecho. Le respondo: Contame por favor...

Ahora yo soy yo. Otra vez. Yo soy yo, con ella presente, soy yo. ¿Por qué no puedo? ¿Por que sin vos?...


Ella II: Elección. Gustos.

No es un cuento, solo una elección. De las 3 chicas de la publicidad de Gillette sólo me gusta la morocha. El relato es parte de mi mente.


Ella III: Andén Central. Coincidencias.

Hoy nadie solicitaba los boletos en Palermo. Los guardas se tomaron una primavera adelantada estilo Crónica TV. El sol golpeaba de frente y me escondía. Como podía claro. Ella tal vez venía por donde nace Avenida Santa Fé.

Los escalentos (escalones lentos) un día más y el zorpazo con mi mochila golpeando torpemente torpes rostros y caderas. Viraje a la izquierda y otros escalentos (esta vez no tan lentos) más. Ella probablemente esperaba que el amarillo se pusiera en verde para esquivar autos primero y puestos de diario después.

Mientras ella no esperó tiempo alguno, a mi me detuvieron dos minutos. Mientras ella no tenía nadie detrás ni delante, yo lidiaba con una señora delante que preguntaba el precio dos veces y con un laburante detrás, hasta la médula de impaciente. Mientras ella fue con las monedas justas, yo lleve un billete de 2 pesos. Mientras los colectivos, bancos y supermercados se quedan con el oligopolio de las monedas, Metrovías condena a los detentores de Bartolomé Mitre (si, me acabo de fijar su nombre en un billete). Mientras ella estuvo frente a frente con el empleado de camisa celeste, manos ágiles y deseos rotos, yo también, pero con otro. Ella en la caja de pago exacto. Yo en la caja de pago inexacto. "Hola, uno por favor", dijimos al unísono. Ella no me miró, yo sí la observé. Se me adelanto unos pasos, ventajas del pago exacto.

Otro viraje a la izquierda, hacia la zona de los molinetes. Que lindo se siente golpear los molinetes con un envión... Ella avanzó por el 2, yo lo hice por el 3. Su largo cabello lacio me seguía sacando la ventaja. La alcancé en la curva de la escalera mecánica. De fondo y luego de frente, una bella ¿bossanova? brasilera... que lindo tocan esos flacos. Sonido de formación llegando y los oidos que siempre le mienten a los ojos y a la mente.

Bifurcamos. Ella se fue para Catedral. Yo tuve que partir hacia Congreso de Tucumán... Habrá que volver a empezar.


Mal de amores para la mesa 4....


(Y monedas para Metrovías en todas las estaciones)


Ella IV: Simulación. Duda.

Entre horas de simulaciones, ambiguas decisiones y diálogos en mi mente, me pregunto si sos real o de mentira. Me pregunto si soy de mentira o soy real. Me pregunto si coinciden nuestros mundos o si algun día coincidirán.


Ella V: Hora libre. Ortodoncia.

En la secundaria compartimos el mismo sector de la lista de alumnos. Siempre fui de los ultimos de los varones y vos de las primeras de las chicas. La situación cambiaría en la facultad, donde el machismo alfabético se deja de lado, pero aún faltaba tiempo.

Compartíamos horas libres eternas. Bueno las mias no tanto. Las tuyas un poco más. A vos te dejaban salir antes, y a mi me castigaban con ejercicios interminables. Yo tenía el pelo corte taza. Vos un ondulado ciertamente particular. Yo luchaba contra el acné incansable. Vos lo hacías con la ortodoncia. Igual me encantaba verte sonreír. Una sonrisa ingenua y hasta sincera, me enamoraba.

Cruzarnos en los recreos era casi imposible. Cada uno con su grupito. Yo con los míos, que no eran tantos, ni eran míos. No estaba en el grupo de la popularidad. Vos con los tuyos, que eran más y no todos tuyos. Vos jugabas al sincretismo, pero no te apartabas del estado medio.

Los míos les pasaban las preguntas de Geografía e Historia a los tuyos. Los tuyos hacían lo mismo con los problemas de Física y Matemática. Ocasionalmente, la profesora de Biología fue aguda en la observación de (foto)copiado y respuestas gemelas y para sus exámenes nos juntaba a los dos cursos.... Siempre me gustaron tus poquitas pecas y tus ojos color miel escondidos en un cuerpo cambiante... surgía tu femeneidad entera, internamente y en tu piel.

Adoraba los exámenes de Biología. Habia escuchado que eras de las mejores alumnas en la materia. Yo nunca me saque un 10, por supuesto. Preguntarte si podía repasar con vos unos días antes, si apenas habíamos cruzado palabra era cuanto menos, arriesgado. No era tan fácil el mestizaje ente el B y el C. Una instancia era dentro del colegio, pero otra muy distinta era fuera de él.

Fue pasando el tiempo y con él, los últimos años de camisa y jumper. De pelo largo para mí y de hebillas coloridas para vos. De tardes eternas de fútbol y de tardes con sticks pero sin juego de hockey. En el viaje de egresados se fueron con Rápido y nosotros con Río. Coincidíamos en algunos boliches y en todas las excursiones. Estábamos demasiado dormidos como para cruzar palabra a la mañana. Apenas nos encontramos en los laberintos de Grisú... eran casi las 3.

En verdad ni me registrabas en el colegio pero tan entonados estábamos... Te inventé que era de Rosario. Claro, si eras para mí, como de Rafaela... Siempre recuerdo lo que digo pero desconozco lo que te conté. Siempre escucho a todo el mundo pero no registro que me explicaste. Mi memoria sólo se cierra en el beso, el beso de sólo esa noche. Con poquito acné y apenas un desliz de ortodoncia. Con respuestas de biología y pequitas saltarinas. Con la impopularidad y las hebillas color celeste.

Quedo un mes, entrega de diplomas y fiesta de egresados en boliches distintos. Te perdí el rastro y nunca más supe de vos. Cuando imprimían las listas de la facu reconozco que busque tu apellido, tal vez te daba por Sociales, yo que se. Tendría que haberme fijado, antes, en el CBC. Ahora informatizaron los sistemas y nada. Tal vez siempre fuiste a una privada y yo no me enteré.

Y entonces cuestiono ¿Por que aquella vez te pusieron a mi en el C y a vos en el B?

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